GAY POWER

Lo que se reivindica este mes se lo debemos a tres mujeres antirracistas y excluidas dentro del movimiento LGBTIQ+. Hagamos memoria.

GAY POWER
Stormé DeLarverie, Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson.

Hay una leyenda popular que dice que los levantamientos de Stonewall iniciaron porque una mujer trans negra, Marsha P. Johnson, lanzó un ladrillo a un policía.
Pero ¿quién inició todo? Es bastante complicado saberlo.

Sin ladrillos o no, son tres nombres clave los que se sostienen como las que iniciaron todo: Stormé DeLarverie, Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson. Todas hacían drag.

Los relatos concuerdan que quienes devolvieron los primeros golpes eran "marimachos" o "travestidos". Y hay que tenerlo claro: haya sido Johnson, Rivera o DeLarverie, nadie fue un hombre gay de clase media. Fueron, respectivamente:

Marsha y Sylvia.

Marsha P. Johnson: Una mujer trans negra, VIH+ y no binaria. Usó pronombres y nombres distintos ya que según el momento se sentía mejor con uno u otro, de modo que es probable que si viviera hoy usaría el concepto de "no binario" (tal etiqueta no existía entonces). Fue probablemente asesinada en 1992, tenía 46 años. Nunca se investigó el caso.

Sylvia acariciando un merlincho. (?).

Sylvia Rivera: una trans latinoamericana, de origen puertorriqueño y venezolano, trabajadora sexual de la clase más baja igual que Johnson, quien fue su mejor amiga durante mucho tiempo. Falleció a sus 50 años por complicaciones de un cáncer de hígado en 2002.

Stormé DeLarverie: Una mujer cis lesbiana, drag king, "birracial" (crecida en barrios negros y con "rasgos de negra", por lo que a los ojos de la sociedad gringa lo era, a pesar de ser de piel blanca...). Marcadamente andrógina, al principio fue confundida como otro "travestido" por la policía. La más privilegiada del trío porque tuvo un padre blanco rico. Falleció en 2014 a los 93 años por causas naturales.

Es probable que Sylvia no estuviera en los enfrentamientos pero estuvo a la vanguardia del activismo que siguió al evento. En 1969 tenía 17 años y apenas había conocido a Marsha.

De lo que no hay duda es que tanto Marsha como Stormé estaban entre las primeras en dar las palizas a la policía.

Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera, las máximas luchadoras queer excluidas

Tanto Johnson como Rivera eran drag queens ya no sólo como artistas del performance sino como identidad, a saber, para ese momento era común usar "drag queen" como término paraguas para referirse a a las personas trans.

Ambas fundaron la organización callejera STAR (Street Travestite Action Revolutionaries) con la que dieron alojamiento, comida y apoyo gratuito a personas queer sin hogar o con abusos de sustancias, todo financiado con el trabajo sexual de sólo ellas mismas.

A día de hoy, la población LGBTIQ+ le debe todo a estas grandes mujeres, que se levantaron en nombre de la justicia social estando maltratadas por la pobreza, la segregación o la enfermedad mental y tantas otras dificultades.

El orgullo no es sólo blanco

Rivera en el campamento gay Christopher Street Piers c. 2000. Fotografía coloreada con IA y perfeccionada por una servidora. 

Se han hecho dos películas sobre Stonewall, llamadas así tal cual, lanzadas en 1995 y 2015 respectivamente. Ambas ficcionizan los eventos focalizándose en los homosexuales. Recibieron críticas negativas, aunque son un producto decente. Fun fact: La de 1995 es más respetuosa y fiel a la realidad que la más reciente.

Y es que desde siempre el crédito y la prensa se concentra en los hombres homosexuales blancos de clase media o alta. Tanto los homosexuales como las lesbianas segregaron a las drag queens, trabajadoras sexuales trans, no pocas veces malviviendo con apenas techo o con discapacidades y drogodependencias.

Quizá uno de los subgrupos de la población LGBTIQ+ que más ha luchado por la comunidad es el colectivo trans y, asimismo, el más menospreciado desde dentro. Eso hoy no ha cambiado mucho.

Como anécdota, la activista feminista gay Jean O'Leary sostuvo que el drag era misógino y literalmente le quitó el micrófono a Rivera para insultarla tras finalizar su famoso discurso "Gay Power" de 1973, donde Rivera evidenció, en medio de abucheos, la hipocresía de los homosexuales durante tales manifestaciones.

O'Leary lamentó después su transfobia e irónicamente ella misma había sido expulsada de espacios feministas por ser lesbiana, ya que parte del movimiento feminista setentero consideraba a las lesbianas como una desviación patriarcal de la mujer.

La resistencia de Rivera y Johnson resuena como nunca ahora. Total. Sin les trans no seremos nada. Feliz mes, mariquitas. Remember: Gay power!