Larry Charles' Dangerous World of Comedy (2019): creando humor desde el dolor

Miniserie documental de 4 episodios creada y presentada por Larry Charles. Puntuación: 7,00/10.

Larry Charles' Dangerous World of Comedy (2019): creando humor desde el dolor

Reparto: Larry Charles
Género:
Documental
Disponible en: Netflix

Ficha completa de IMDb aquí

Vi la serie documental de Netflix Larry Charles' Dangerous World of Comedy y sólo puedo decir: estoy encantada.

Larry Charles, para quien no le suene, es un guionista célebre por sus pelis de humor negro como Borat o Religulous, entre otras perlas que tiran hacia lo escatológico.

Él en los cuatro episodios se encuentra con comediantes en contextos muy turbios, o que tiran a contar temas controversiales en sus contextos socioculturales. Varies podrían terminar simplemente "cancelades" (irónicamente, a quienes les pasa eso debería merecerse algo peor), mientras que a otres más —y no pocos— pueden terminar en la cárcel o sin vida.

La comedia es difícil en tiranías y sociedades opresivas. De esto trata la serie.

El tono de serie no es nada anticuado ni facha (quizá Charles o sus pelis tiran a ello y ser edgys) sino totalmente comprensivo con las víctimas y esclarecedor hacia quienes son victimarios o las desgracias de cada país.

Si hablo de víctimas… Destripemos un poco:

Bueno, el piloto empieza entrevistando a comediantes de Liberia o Nigeria (sorry, no recuerdo) quienes sobrevivieron a la guerra. Son civiles que tuvieron que presenciar horrores inconcebibles.

Entre les comediantes, me chocó cuando habla con dos mujeres que se dedican a ello, y cuentan cómo un sargento las violó, y vieron cómo mataba a otras mujeres embarazadas, decapitada enemigos e incluso (y esto lo presume el mismo tipo, de sobrenombre con una historia surrealista detrás, "General Butt Naked"): comer carne humana y hacer "sacrificios satánicos".

Tal hombre lleva más de veinte años "libre de pecados" y pese a los crímenes abominables que hizo, pasea libre por las calles, predicando. Literalmente: se convirtió en un pastor evangélico. Cuando una de las mujeres comenta cómo lo mataría si pudiera, es imposible no decir que habló por toda la humanidad.

Esto se vive sólo en el piloto. Los otros tres episodios no bajan en lo dramático, lo enfermizo y lo injusto.

Se toca el tema de los soldados veteranos que enfrentan todos sus traumas trabajando como comediantes, desde Estados Unidos a países del África, donde también se me quedaron un par de imágenes duras, muy duras.

Unos chicos que fueron forzados a estar en la guerra y con suerte superaban los trece años, matando a diestra y siniestra. Uno de ellos, sobreviviente, hace comedia en la calle porque no hay medios para más. En unos de los momentos donde Larry le entrevista, intenta no llorar, se calla y luego dice que reza por un mundo mejor. La escena fue tan jodida, porque se siente como si el hombre no tuviera salida, y en efecto así parece ser. Al finalizar el episodio, se ve la rutina de calle de este hombre mezclada con imágenes de archivo de tales adolescentes matando a otros. Por desgracia, es de esas situaciones donde también se ilustra que el humor a veces no es terapéutico sino autodestructivo. La línea entre las dos cosas es muy delgada.

En aquel momento y otros del docu, queda muy bien retratado, de igual manera, que la comedia es cuestión de supervivencia en un entorno demasiado hostil.

En si a la gente promedio le parece sin gracia, para estas personas es terapéutico —yep, en general, claro—. Otro cap se centra en el racismo, entrevistando a un par de nazis que reniegan de serlo al tiempo que se burlan de los judíos, y otras criaturas más. Como dije arriba, Charles no sólo va hablando con las víctimas de horrores que encontraron refugio en la comedia, sino a quienes apoyan un status quo, como tales payasos "troll" de la alt-right.

Por otro lado, también se conversa con comediantes nativoamericanes y afroamericanes, como un chico que hace comedia a lo Borat vía Instagram y quedó detenido. Lo cual es curioso porque obviamente Borat es blanco, y no le vieron temeroso. En cambio, este hombre haciendo las mismas pavadas pero siendo negro terminó en la cárcel por dos semanas en la querida United States of America.

Una frase de Charles para tachar:

"No sólo somos una mierda con quienes ya estuvieron aquí antes de nosotros, sino que también odiamos a quienes quieren entrar".

Pese a que por momentos se sienta como si hubiera un toque morboso en el tratamiento de tales temas, la verdad se conserva muy bien, lo expone como debe ser: respetando su contexto.

Hablamos no sólo de racismo y guerra, sino de mujeres y personas LGBTQ+ en sitios como Arabia Saudita, Somalia e Irak que enfrentan situaciones límite o, en el mejor de los casos, discriminatorias por más normalizadas que estén, que desde posiciones marginales se atreven a mofarse de la idiosincrasia de la cultura donde nacieron. ¿Cómo más se puede tocar semejante tema, si no respetando sus dolores y comprendiendo su humor, incluso compartiéndolo?

Lo que me recuerda la serie es algo que es muy cercano: sin humor no puedes seguir viviendo en un lugar tan injusto y opresor.

El hombre veterano que ha perdido sus piernas y va a una stand up comedy de ex soldados igualmente lastimados por la guerra, mofándose del horror de los cuerpos podridos durante las batallas, sólo está buscando catalizar su nueva existencia. P

or nuestros lados, el humor oscuro de las personas que están deprimidas puede ser muy criticado, cuando a veces es lo único que les queda. Debo admitir que si les sentí tanta compasión, es por ese patrón en común.

Y las mujeres que se animan a montar sus programas cómicos en redes sociales en Nigeria mientras que la "cúpula del humor" nigeriano son hombres que literalmente bromean sobre lo agradable que es violar mujeres, sólo muestran una valentía inquietante.

Me pareció muy familiar, claro está, porque mientras que son pocas las comediantes en tal país y todas, incluso mujeres entre el público, se enojan o en el mejor de los casos se incomodan frente a las "rape jokes"; si alguna decidiera denunciar, quedaría mil veces más jodida que el victimario. Para que luego no digan que no existe cultura de la violación. Cuando se discute con los humoristas del otro sexo, cómo no, todo es respuestas evasivas, miopía e indiferencia al respecto.

La serie de cuatro episodios es un recorrido estimulante y que deja varias sensaciones, por supuesto, ambivalentes. Quizá pudo haber durado más, con viajes a Yemen, Corea del Norte y Venezuela, pero por lo visto no se obtuvo permiso para entrar en esos territorios.

Con todo, dura lo que tiene que durar, Charles te lee la mente con las reacciones y pensamientos que une puede tener en casa viendo esto. No es para todo público, claro está. Hay imágenes muy fuertes. Testimonios dolorosos. Pero frente a todo, deja un mensaje que nos guste o no, es parte de la vida: a veces simplemente es mejor reír que llorar o morirse. Es lo que hay.

La serie es recomendable, siempre que sepas qué te estás metiendo. Como todo, pues. Dejo un par de frases de la serie o bien inspiradas en las ideas que se expresan ahí:

"No hay nada más americano que tomar lo que no es tuyo".

"No hay nada que acompañe más la vida que el dolor. Hacer frente al dolor es entenderlo todo en la vida".

Puntuación: 7,0/10.

Lo mejor: Un tono muy adecuado para el tema.

Lo peor: Pudo haber más de dónde tirar, no sólo yendo a otros países, sino dándole más profundidad a los ya expuestos.