PARA TRANScribir

Esta vez no quiero reseñar o analizar ninguna peli, serie o fenómeno social. Sólo cuento una historia de crecimiento como un collage borroso de anécdotas y pensamientos. Get ready.

PARA TRANScribir

Hace poco vi una película que ilustra muy bien algunas de las sensaciones y experiencias que estoy viviendo. Se llama Alicia en el pueblo de maravillas (1991, Daniel Díaz Torres); es una rareza cubana de comedia dramática surrealista y absurda.

Mucho podría comentar sobre ella porque tiene un trasfondo sociopolítico de los que me encantan, sin embargo, me quedo con una constante de su trama: Alicia, nuestra protagonista, está encadenada a un lugar maldito.

Donde no la entienden, donde la ven con malos ojos al tiempo que todo el pueblo tiene las actitudes más ridículas e infantiles. El destino de Alicia se mancha por las sombras de un lugar estancado en la mierda. No sabemos siquiera si es la vida real o una total pesadilla.

Aquello me hizo recordar una amada amiga que decía que así como hay personas que son lo opuesto a ti, repelentes para el total de tus sentidos, también hay lugares que crean la misma situación.

Sitios donde, por la razón que fuere, estás a merced de un venenoso cóctel de miseria moral que puede destruirte desde las raíces. Sólo ella conocía tanto este sentimiento, esa visceral realidad, como la conozco yo.

¿Has entrado a algún lugar con el presentimiento de que es una muy mala idea, y en efecto, así resulta? Ok, multiplícalo  por mil.

Piénsalo. Si una zona huele a peligro, ¿te quedas o te vas en cuanto puedas?

Hay lugares que son como casas malditas, sólo que en lugar de casas, son ciudades, suburbios o pueblos. Donde no puedes crecer como quisieras porque jamás fuiste bienvenida. Todo el ambiente revive las cicatrices. Zonas manchadas de promesas rotas que roban tu energía como parásitos.

Small towns, big trouble

—¿¡Pero qué sardinas ta pasanda, drama queen!?

Sencillo, mi vulgar mortal.

Estoy mudándome del inframundo a la capital del país. Ya se sabe el dicho: pueblo pequeño, líos grandes. Les habitantes jóvenes del 'El Pozo' y 'Er Monte' muchas veces ni soportan su hogar.

Es gente que no veré más y sobre todo para bien.

No mucha gente lo entiende pero da igual. Que en resumen me voy porque no me hace bien seguir aquí. Yastá. No hay más.

Me consta que algunas de las criaturas que salieron antes no se arrepienten de nada e incluso no extrañan lo más mínimo El Pozo.

Un nuevo mundo

Este salto representa para mí continuar ese corte desigual de una línea de puntos pero con mayor conciencia, orgullo y decisión.

Representa el cambio siempre acompañado de la incertidumbre y asimismo, de los miedos de enfrentar nuevos mundos.

Pero ciertos cambios y sacrificios son necesarios porque quedarse en una zona de confort resulta limitante e insano sobre todo si lo miras en retrospectiva.

A veces toca y ya. Es duro o todo lo que quieras, pero peor será embarrarse en la mierda, más aún si estabas en un contexto donde toda criatura parecía hacerlo. Así es el progreso. Apuestas por el futuro.

Los libros también bailan

Regalando mis libros reviví algunos elementos del pasado. Eran más de cien y la mitad, de hecho, regalados por personas que también se fueron.

Estuve pensando en cómo los libros son de esos objetos que pasan por tantas manos, cada una con historias tan variopintas. A su manera, los libros tienen una historia adicional e incluso una vida propia. Materia inerte que revive cada vez que alguien crece con ellos.



Por ejemplo, uno de los mejores libros que tuve trataba de fotografía y me hizo aprender mucho sobre eso. Lo obtuve en una feria de libros donde me lo regaló mi crush en 2019. Hoy se lo regalo a alguien más a quien también aprecio bastante.

En cierto modo, un ciclo termina.

Viéndoles en nuevos hogares, volteo al pasado y no me reconozco en esa versión de mí de cuando los recibí. Soy mejor en todos los aspectos. No creía tanto en mí y, sin embargo, estoy aquí haciendo lo que en algún momento pensé imposible. El cuerpo y la mente humanas tienen capacidades sorprendentes de recuperación, me consta.

Aunque nadie me advirtió que cuando despides una temporada de tu vida se reviven parte de los capítulos y escenas que te marcaron con anterioridad. Es como un cúmulo de recuerdos de sensación agridulce.

Por encima de todo, me doy cuenta que como personas  jóvenes simplemente crecemos a pesar de la tormenta, cuando te agarras a cualquier cosa.

Se visibiliza una constante generacional en que somos personas rotas hiriendo a otras, atrapadas en una soledad colectiva. Sanándonos con pasos torpes, al ritmo de la vida.

Y en su momento no percibimos los avances. Pero luego se voltea y ahí están. No podemos darnos el lujo de olvidar nuestros propios milagros.

Más adelante volveré a voltear y todos esos libros estarán en otros hogares. Con nuevas experiencias.

Para entonces, toda la incertidumbre de mi presente habrá desaparecido. Y la certeza obtenida desde ahora es que, por más desigual que sea el corte de las líneas..., mañana será una temporada más hermosa y serena.

PD: Felicitaciones si notaste todas las referencias. Por si acaso, te dejo nombres: Lido Pimienta, Gorillaz, Karol G, Zerocalcare y Dead Can Dance.